Ayer observé a través de las redes sociales una movilización que, aunque no es la primera ni será la última, sigue dejándonos una interrogante en la mente: ¿es la protesta en las calles la única manera de hacernos escuchar en la era digital? La defensa del río Coralaque reunió a ciudadanos en Omate-General Sánchez Cerro y residentes en Moquegua, y la profesora Grethel Callo expresó la frustración que muchos sienten ante la inacción del ejecutivo nacional frente a la contaminación provocada por la minera Aruntani. Sin embargo, me pregunto si nuestra lucha podría ser más efectiva empleando las herramientas que la tecnología pone a nuestra disposición.
La profesora Callo, representante de la Sociedad Civil en la mesa de diálogo del río Coralaque, reveló la intención de unirse al paro convocado por Tumilaca. Su voz refleja la desesperación de una población afectada que siente que sus demandas son ignoradas. Pero, ¿y si nos detuviéramos un momento y exploramos vías de protesta más allá de las calles? ¿Podríamos lograr un cambio más eficiente, menos costoso y más pacífico?
La contaminación del río Coralaque es, sin duda, un tema apremiante y la coloración del agua indica problemas serios. Pero, ¿cómo podemos presionar al ejecutivo de manera efectiva sin recurrir a las protestas tradicionales? Aquí es donde entra en juego la tecnología y la comunicación digital.
La falta de respuesta del ejecutivo nacional a los acuerdos concretos en la mesa de diálogo del Coralaque es desconcertante, pero ¿hemos explorado todas las posibilidades para hacer que se nos escuche? El uso estratégico de las redes sociales, campañas de sensibilización en línea y la presión digital pueden ser armas tan poderosas como una manifestación en las calles.
La profesora Callo mencionó la necesidad de abordar la contaminación en Pasto Grande y la situación de la carretera Moquegua-Omate-Arequipa. ¿Qué tal si utilizamos la información y la conectividad a nuestro favor? La investigación en línea puede proporcionar datos y pruebas que refuercen nuestras demandas. Podemos utilizar las redes sociales para compartir hallazgos y movilizar no solo a nuestra comunidad, sino a nivel nacional e incluso internacional.
No quiero restablecer importancia a la fuerza de la protesta física; a menudo es el último recurso ante la indiferencia de las autoridades. Sin embargo, propongo que, en nuestra era digital, aprovechemos las herramientas a nuestro alcance para hacer nuestra protesta más eficiente. La confrontación en las calles puede evitarse si aprendemos a canalizar nuestra energía y frustración de manera estratégica en el ciberespacio.
En lugar de enfrentamientos con la Policía Nacional y los vándalos infiltrados, ¿qué tal una campaña de concientización digital que obliga al ejecutivo a actuar y poner las barbas en remojo? Atrás quedaron los días en que la información se movía lentamente; ahora, en cuestión de segundos, las autoridades pueden conocer nuestros reclamos. No es un cambio fácil, pero quizás es hora de evolucionar en la forma en que luchamos por nuestras causas, haciendo uso de la tecnología para lograr una convivencia pacífica y un cambio duradero.
Foto: Radio Sol Moquegua
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