El farsante Vizcarra en un sujeto taimado, vendedor de cebo de culebra, y corrupto hasta la médula. Basta verle la mirada torva, para sospesar el extremo de maldad que carga en ese esmirriado cuerpo que le acompaña. Y la sonrisita hipócrita que le asoma en esa cara de saurio podrido, revela la intriga y la ponzoña que transpira este execrable ser que, alguna vez, “gobernó” el país a base de mentira, maldad, hipocresía. ¡Y esas 200,000 muertes que produjo su gran vanidad, conduciéndonos al infierno sociopolítico en que hoy nos encontramos con su pérfido referéndum para imponernos las estúpidas reformas políticas que él forzó a que las apruebe el poder Legislativo, amenazando con disolverlo en caso no hacerlo!
Aunque las características que muchas veces hemos demostrado acompañan a este sujeto, acertadamente conocido como “lagarto”, son lo suficientemente descriptivas de su pérfida personalidad; también arrastra otras facetas perversas que vale la pena recordar. Para empezar, su vinculación con Odebrecht. Al extremo de haber sido apoderado en algunas obras ejecutadas por su empresa en “joint venture” con la constructora brasileña repelida por el mundo entero, y escuela de corrupción para todos aquellos que trabajaron con ella. Siendo gobernador moqueguano fue que Vizcarra contrató con ella y se levantó la custodia de aquella región, como lo revelan sucesivas denuncias que están acompañadas de demandas y procesos judiciales por centenares de miles de millones de soles. Procesos que aún se ventilan en los tribunales moqueguanos. Pero fue en Lima donde Vizcarra hizo la América vía la presidencia de la República, en circunstancias sumamente propicias para robarle al Estado ajeno a todo control. Ocurrió durante la pandemia de covid-19, cuando Vizcarra, conduciendo delincuencialmente el Estado, aplicó medidas canallas como comprar a precio de oro las pruebas rápidas (que detectaban tarde, mal y nunca aquel virus, cegando vidas); a la vez que negándose a adquirir las “pruebas moleculares”, que acertaron pronto con el diagnóstico y permitían salvar al enfermo, además de evitar mayores contagios que, a su vez, implican mayores muertes. Al final del día, el Perú quedó registrado como el país con mayor porcentaje de muertes por covid-19 respecto a su población, cortesía de Vizcarra.
Podríamos llenar la edición registrando las maldades de este tipejo Martín Vizcarra. Pero hay algo trascendente que debemos destacar, sin agotar al lector. Es la noticia aparecida ayer sobre un sinnúmero de malandrines capturados por la Policía, miembros de una “Organización Criminal” llamada “Muralla Moqueguana“, grupo mafioso que opera en el aparato del Estado desde que Vizcarra gestionó el gobierno regional de Moquegua entre los años 2012 y 2014. Permaneció como sospechoso durante la gestión de Kuczynski. En este momento, aparecen imputados Vizcarra y su esposa, acusados –entre otros cargos– de recibir maletines con dinero en efectivo, junto a un selecto listado de granujas que robaban con ellos. Curiosamente el único NO detenido de toda la lista es Martín Vizcarra. Tal vez por su condición de aforado; aunque así no lo determina la denuncia leída por los fiscales. Estaremos atentos, siguiendo al pérfido “lagarto”.
Columnista Diario Expreso
Foto: Andina
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