En el Perú, una vez elegido un presidente, comienza la campaña electoral para el siguiente período. Normalmente, al perdedor de los comicios se le sentencia a no tener más futuro político. Se quiere la novedad, o la novelería. Luego, durante el mandato, la vacancia es un pasatiempo que entretiene a un sector del país. Moviliza poder, medios y fuerzas sociales. Grabemos en piedra que somos el único país medianamente civilizado del planeta que ha tenido ¡seis presidentes en tan solo siete años! Hasta hoy se piensa en vacar a la Presidenta, Dina Boluarte. Electoralmente somos inconscientes y frenéticos, e indiferentes ante la necesaria estabilidad política y social. El sillón presidencial y la banda es lo único que interesa. Con esa mirada cortoplacista, prácticamente un ‘carpe diem’, no vamos ni a la esquina.
El desprecio por la institucionalidad, la permanencia, el equilibrio, es enorme. Probablemente se deba a que la informalidad económica en el Perú bordea el 75%, un mundo con reglas propias, ajeno a las exigencias de la democracia y más centrado -afirman algunos- en la sobrevivencia. El hastío de la política también lo alienta la enorme corrupción existente, que no es de ahora. Todos sabemos que quien está en el poder busca robar, es un reflejo automático, un tic. No solo ocurre en el Ejecutivo, también en el Legislativo y en los gobiernos municipales y regionales. Hay una compulsión por sacarle beneficio al Estado.
Difícil predecir si se concretará la rumoreada vacancia de Boluarte para fin de año, pero que se la quieren tumbar es evidente. La Fiscalía, la DIVIAC, la JNJ y un sector del Poder Judicial apuntan a ello, junto con la izquierda progresista y un sector de la prensa. Juegan a dos cachetes. Zarandean a los ministros que son blanco fácil porque no están a la altura del cargo. No tienen reflejos políticos. El próximo ‘torito’ o ‘torazo’ que se le viene al gobierno es el de los muertos en las manifestaciones de diciembre del 2022 y de los primeros meses del 2023. En julio habrá marchas y manifestaciones de los radicales. Detrás está el Movadef, obviamente. La Fiscalía hace céleremente su trabajo. Es su nuevo objetivo y golpeará fuerte al régimen.
Tenemos 28 partidos que competirán en el 2026, si llegamos a término. Entre ellos Antauro Humala, repudiado por muchos, pero si se une con el ‘castillismo’ puede tener una buena bancada, aunque la extrema izquierda incluida Movadef apoyaría al ‘Puka’ Bellido. Otro candidato que ha entrado en lisa es el empresario Carlos Añaños, por Perú Moderno. No tiene experiencia ni formación política, algo indispensable en estos trajines presidenciales. Ha deshojado margaritas para entrar a la política. Aún no admite públicamente lo que todos sabemos que hará, postular. Está crudo como dicen. Ya recibió la propuesta de hacer un frente de parte del PPC y de Renovación Popular. ¿Será alianza o unidad nacional? En sus presentaciones públicas Añaños dijo que busca unir y conciliar, en un país donde izquierdas y derechas buscan a un Bukele, un radical.
El ‘Chino’ Fujimori siempre causa revuelo. Se inscribió en Fuerza Popular, de Keiko Fujimori. Antes estaban distanciados. La salud de Fujimori no da para una campaña y tiene una andanada de objeciones legales para postular. La fanfarria electoral aún no despega.
Columnista Diario Expreso
Foto: Andina
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