En un país donde las normas parecen ser ignoradas con impunidad, donde la violencia hacia las mujeres se ha normalizado hasta el punto de manifestarse públicamente en escenarios de entretenimiento, es hora de que la sociedad levante su voz y demande un cambio radical. El reciente incidente protagonizado por el cantante de cumbia Tony Rosado en un concierto en Puerto Maldonado es solo un ejemplo grotesco de un problema sistémico y profundamente arraigado en nuestra cultura.
La escena vergonzosa en la que una mujer fue desnudada a la vista de todos, mientras el público aplaudía y ovacionaba, debería ser una reflexión para nuestra sociedad. No podemos permitir que actitudes misóginas y machistas sigan siendo toleradas, especialmente en plataformas públicas como conciertos y eventos sociales. La humillación y la degradación pública de una mujer no deben ser parte de nuestro entretenimiento y es hora de que tomemos una posición firme contra tales actitudes.
Es fácil compartir nuestra indignación en las redes sociales, pero esto no es suficiente. Necesitamos acciones concretas y significativas por parte de las autoridades para garantizar que los responsables de tales atrocidades sean llevados ante la justicia. La apertura de una investigación por parte del Ministerio Público es un paso en la dirección correcta, pero no es suficiente. Las sanciones deben ser ejemplares y disuasorias, enviando un mensaje claro de que la violencia de género no será tolerada en ningún contexto.
Además, es esencial que las entidades reguladoras revisen y refuercen sus protocolos para eventos de entretenimiento. Los organizadores de conciertos y festivales deben ser responsables de crear un ambiente seguro y respetuoso para todos los asistentes. Aquellos que incumplen estas normas deben enfrentar consecuencias significativas, incluyendo multas económicas sustanciales que impacten su bolsillo y sirven como un llamado de que la violencia de género no es solo moralmente inaceptable, sino también financieramente ruinosa.
Pero este problema va más allá de un solo individuo o un solo evento. Es un reflejo de una cultura que necesita un cambio profundo y duradero. La educación y la concientización son herramientas clave en esta lucha. Las instituciones educativas, las instituciones de nivel superior y los medios de comunicación tienen la responsabilidad de educar a las generaciones futuras sobre la importancia del respeto mutuo, la igualdad de género y el consentimiento.
Finalmente, como sociedad, debemos dejar claro que no toleraremos la banalización de la violencia de género en ninguna forma, ya sea en el escenario de un concierto, en la calle, en los centros de trabajo o en nuestros hogares. Es hora de que nos unamos en un grito colectivo por el respeto y la dignidad de todas las personas, sin importar su género. No podemos permitir que la impunidad y la indiferencia continúen manchando nuestra sociedad. Es hora de actuar y crear un cambio real, duradero y pacífico.
Foto: Infobae
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