La Navidad es un tiempo de reencuentro y sobre todo de solidaridad, sin embargo, estamos cerrando el año con una inaceptable contraofensiva caviar, para los cuales el fin justifica los medios. Viven salivando el poder y su mayor herramienta es el engaño. Usan las mentiras y la desinformación para manipular la realidad y acaban destruyendo los cimientos de nuestra convivencia. Los caviares medran en ese tóxico ecosistema, apoyados en una prensa amarilla y mercantilista, carente de todo profesionalismo, que no soporta cuando los entrevistados no le siguen el guion. Los hombres suelen ser malcriados y las mujeres piconas. No es necesario mencionar nombres, son absolutamente conocidos, porque tanto en las redes como en la radio y televisión tienen esa actitud beligerante con la divergencia.
Como bien señala el filósofo estadounidense Harry Frankfurt, una comunidad que desprecia la verdad está condenada al declive y a la decadencia porque en sociedades tan complejas como las nuestras, solo con mucha información veraz, confiable y contrastada, se pueden tomar buenas decisiones. Hoy el Perú está inmerso en una guerra fratricida en la que participa una muy pequeña parte de la población, el resto solo trata de sobrevivir en una economía cada vez mas recesada.
Solo en Lima hay 5M de personas con inseguridad alimentaria que ningún programa de Ollas Comunes tiene la capacidad de remediar. La salud y la educación son muy importantes pero la alimentación es la primera prioridad. Poco o nada dicen nuestros políticos, en especial el gobierno, sobre este tema tan grave y sensible. Las cifras de anemia y desnutrición son escalofriantes y es clarísimo que la solución del problema no puede recaer al 100% en el MIDIS. Sin embargo, la obsesión de la prensa mercantilista es destruir a Patricia Benavides y proteger a los ideologizados miembros de la JNJ; el bienestar de los peruanos es la última de sus prioridades.
Los grandes países pugnan por desarrollar y retener el máximo talento. Es la principal garantía de crecimiento y progreso económico. Perú en cambio, lo desperdicia y lo deja escapar. La tendencia es preocupante, es un proceso que sigue creciendo y que solo demuestra las profundas anomalías estructurales de nuestra sistema social y productivo. Entre 1990 y el 2020 abandonaron el país mas de 3M de peruanos, pero solo en el primer semestre de este año han sido 400,000.
Según una encuesta de IPE, 47% de los jóvenes peruanos piensa irse en los próximos 3 años a estudiar o trabajar al extranjero. No se puede tener esperanza/país sin la participación de las nuevas generaciones; no se van ni por desinterés ni por individualismo, simplemente es estado de necesidad. Requieren oportunidades y el Perú no se las brinda: crédito carísimo, sobre regulación, asfixiantes costos laborales, mercado reducido y, expuestos a la delincuencia y el cobro de cupos. Han herido de muerte toda la iniciativa empresarial en las nuevas generaciones, el que puede, se va.
Entonces ¿qué valor puede tener la palabra de Boluarte? Hemos vivido un año durísimo, gran responsabilidad del gobierno. Basta de atribuirlo a factores exógenos como las guerras o el Fenómeno del Niño o incluso rezagos de la gran tragedia que significó el COVID.
No ha sido nada fácil el andar en el 2023, y el 2024 tampoco viene bien. Alguna esperanza daría la renovación del equipo económico, por personas con mayor liderazgo. El MEF ha perdido todo peso por la incapacidad de sus funcionarios, cuando siempre fue el ministerio estrella. El ministro del Interior tampoco funciona, la delincuencia está rampante. Los sicarios se contratan por nada. No existe un plan integral para enfrentar la inseguridad ciudadana y no tiene la hidalguía de reconocerlo. Óscar Vera del MINEM debió salir hace meses…. imposible construir “una nueva historia” si el Ejecutivo es incapaz de tomar simples decisiones.
Columnista Diario Expreso
Foto: Andina
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