¿Quieren saber cuan preparados están sus hijos y alumnos para lidiar con escenarios adversos? Les propongo dos entradas para averiguar la respuesta.
1). Intenten explorar la capacidad argumentativa de los estudiantes para enfrentar lo inesperado, en vez de reiterar las tradicionales preguntas y respuestas sobre las situaciones ya conocidas que tienen respuestas en los libros. Propónganles que argumenten qué pasaría en el mundo si ocurriese cualquiera de las situaciones poco probable pero posibles como estas:
EE.UU. invade a Nicaragua y expulsa a Daniel Ortega; muere Donald Trump; Pedro Castillo vuelve a presentarse y gana las elecciones en Perú; los radicales islámicos contaminan las aguas del Mar Mediterráneo con un virus mortal; interrupción masiva y prolongada de Internet por un cíber ataque; Rusia lanza una bomba atómica sobre Ucrania; golpe militar en Israel derroca al gobierno de Netanyahu: China entra en Guerra con EE.UU. para cuidar sus intereses al lado de Irán en el Medio Oriente; Brasil anexa el Perú para tener salida a los dos océanos; Corea del Norte se integra con Corea del Sur en un solo país democrático; se descubre la vacuna contra el cáncer en un país islámico; colapsa repentinamente un importante glaciar antártico o de Groenlandia; se legaliza mundialmente el consumo de las drogas; un ciberataque neutraliza toda la capacidad militar de EE.UU.; se extingue repentinamente una especie clave en un ecosistema, como las abejas; un atentado terrorista inutiliza el Canal de Panamá; prolifera la terapia génica capaz de revertir el envejecimiento humano.
En un mundo cada vez más complejo y cambiante, es esencial preparar a los estudiantes para enfrentar escenarios inesperados y desafiantes. La capacidad de adaptarse y pensar de manera crítica en situaciones fuera de lo común es crucial para el éxito en la vida profesional y personal. Al fomentar la exploración de estos escenarios improbables pero posibles, se les brinda a los estudiantes la oportunidad de desarrollar habilidades de pensamiento creativo, análisis de riesgos y toma de decisiones informadas. En lugar de simplemente memorizar información, se les anima a reflexionar sobre las implicaciones y consecuencias de eventos inesperados, preparándolos para ser ciudadanos conscientes y resilientes en un mundo en constante cambio.
2). Intenten explorar la capacidad de los egresados de secundaria que permitan evidenciar su aprendizaje escolar de las ciencias.
Un egresado de secundaria ha pasado cientos de horas escolares «estudiando ciencias». Si realmente aprendió, podría contestar con algún fundamento científico fácilmente preguntas como las siguientes:
¿Por qué un avión no se cae al volar? ¿Es bueno o malo para un adulto comer huevos o tomar leche? ¿A qué se debe que cuando una persona se pasa la toalla por el cuerpo «se seca»? ¿Por qué al viajar a la altura da «soroche»? ¿Por qué no se debe arrojar plásticos al mar? ¿Cuál es el origen y consecuencias de «El Niño»? ¿Cómo es que usar protector solar previene las quemaduras y cáncer a la piel? ¿Qué causa los infartos cardíacos? ¿Cuál es la razón por la que algunos vidrios son antirruido? ¿Por qué hace daño consumir drogas? ¿Qué implicancias tiene la deforestación de bosques en la vida humana? ¿Por qué automóviles y aviones no usan el mismo tipo de gasolina? ¿Por qué al mezclar el color azul con el amarillo se obtiene verde? ¿Cómo actúa un imán?
Si no puede contestarlas, ¿de qué le sirvieron todas esas horas de clases tradicionales? Vale la pena verificar y pensar en opciones más efectivas para aprender ciencias
En suma, toda persona con sensibilidad debe sentirse horrorizada no solo por las colas que enfermos y ancianos tienen que hacer para recibir un servicio público mediocre, sino por el estancamiento visceral de la educación peruana que no sale del hoyo por falta de visión educativa y vocación de servicio de los gobernantes. La inseguridad y cobardía para innovar ha llevado a los sucesivos gobiernos a aferrarse al pasado que les ha dado cierta seguridad y confort aunque sea a costa de la falta de relevancia de lo que aprenden los alumnos en los colegios.
Eso se expresa en un Ministerio de Educación que asfixia a los colegios impidiendo la innovación educativa que podría nacer de que enfrenten retos como los descritos en los párrafos iniciales. Los ministerios de educación de toda América Latina deberían convertir a sus países en los grandes jardines de la innovación educativa, desregulando la asfixiante normativa centralista y dotando de autonomía a los colegios para que generen iniciativas innovadoras, que luego sean hechas públicas para que los interesados interactúen y aprendan unos de otros. En vez de repetir año a año los mismos diagnósticos y propuestas desde hace 50 años ¿por qué no intentar algo sustancialmente distinto?
Foto: Gestión
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