Es imposible olvidar aquellos infames consejos de ministros “descentralizados” que se llevaron a cabo durante el régimen autoritario de Pedro Castillo, un presidente golpista, ágrafo y corrupto. Este fue apoyado por su infame premier, Aníbal Torres Vásquez, quien se autodeclaró comunista, siendo presidenta de la República Dina Boluarte.
Estos eventos eran parte del preludio de la “revolución totalitaria” que el partido Perú Libre, liderado por Vladimir Cerrón, intentó imponer en nuestra nación. Cerrón, un marxista, leninista y castrista -profesionalmente formado en Cuba durante los tiempos de Fidel Castro- es ahora prófugo de la justicia peruana desde hace casi un año. En Cuba, bajo la tutela de Carlos Rafael “Gallo” Zamora, jefe del servicio de inteligencia cubano, Cerrón adquirió las tácticas de manipulación ciudadana. Zamora, quien ahora funge como embajador cubano en Perú, ha mantenido su influencia desde que Castillo asumió la presidencia, posiblemente con la ayuda del presidente del Jurado Nacional de Elecciones, Jorge Luis Salas Arenas, también comunista.
Durante el breve tiempo que Castillo estuvo en el poder -donde mostró ser un personaje colmado de odios y decidido a destruir el Perú-, se realizaron quince sesiones de estos “consejos descentralizados”. En realidad, eran reuniones extremistas llenas de mensajes cargados de resentimiento y autopromoción, con el objetivo de exacerbar los ánimos de la población, especialmente en las zonas altoandinas.
Quien lideraba esas arengas, llenas de promesas imposibles de cumplir, totalitarismo y venganza, era el premier Aníbal Torres Vásquez, convertido en una especie de diminuto Lenin andino. Junto a sus ministros, Torres -quien era incapaz de gobernar pero hábil en manipular multitudes- presentó 238 promesas de obras faraónicas sin sustento, lo que fomentó el odio y la violencia. Posteriormente, Torres intentó justificar sus fracasos con la excusa de que “la oligarquía no nos deja gobernar”. Entre los compromisos que asumió el gobierno comunista se incluían la construcción de un aeropuerto en Huancavelica, un hospital en Ayacucho, 4,000 “casas calientes” en Puno, el pago total de la deuda magisterial, la convocatoria a un referéndum para una nueva Constitución, obligar a los presos a trabajar y asumir los gastos que causen al Estado, reducir los sueldos de ministros, congresistas y del presidente, implantar el ingreso libre a todas las universidades y llevar a cabo una segunda reforma agraria.
La desgracia del Perú es que personajes despreciables como Aníbal Torres Vásquez resurgen y florecen como si nada hubiera pasado. Se olvida que este individuo intentó destruir la vida de millones de peruanos, apelando a la violencia política, su complejo de inferioridad y su odio hacia quienes llama “los blanquitos”.
Torres Vásquez enfrenta actualmente una solicitud de prisión de quince años por golpismo. Sin embargo, ha sido invitado a dictar un “ciclo de conferencias magistrales” por la Comisión de Capacitación de la Corte Superior de Justicia de Lima. ¡Torres Vásquez, el canalla que declaró que “correrán ríos de sangre en el Perú si vacan a Castillo”, solo debería acudir al Palacio de Justicia como reo!
Columnista Diario Expreso
Foto: Andina
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