La corrosiva izquierda sudamericana

Por Luis García Miró Elguera ||

Radical, exaltado, intolerante, jacobino, Gabriel Boric asaltó la calle e incendió Chile durante el gobierno de Sebastián Piñera. Impuso su discurso callejonero, además de violentista, para terminar con las FFAA y “para entregarle a los jóvenes el poder de los ricos”, encumbrando a Salvador Allende y demonizando a Augusto Pinochet; mientras exaltaba la violencia y denunciaba la persecución de las izquierdas por la derecha asesina. Este mismo Boric coqueteaba con la izquierda cubana y presumió de convertir a Chile en una potencia mundial; cuando lo que ha hecho es acercarla a otra Venezuela más. Cumplidos tres años como presidente de Chile, hay mucha gente de su país que da fe de su engaño y fracaso como gobernante. Tanto, que ha sido incapaz de imponer aquello que prometiera a los chilenos, apelando a la insurgencia como adalid del segmento totalitario que heredó al comunista Salvador Allende. Hoy, Chile es exclusivamente un pálido recuerdo del pujante, consolidado, tan envidiado país que fuera; hasta que Boric surge en la escena política y encandila al pueblo con el mismísimo discurso falsario al que apelan los fracasados “líderes” políticos sudacas.

Es la historia de siempre. La demagogia sudamericana anclada a los años sesenta del siglo pasado, dedicada —triunfantemente, eso sí— a castigar el éxito, cediéndole todo el poder al fracaso; consistente con su enunciado maniqueo que ha destruido muchas naciones y mantenido —como tiene— a millones de ciudadanos engañados entre la miseria, la inopia, la frustración y el resentimiento social; anclados cuales parias subdesarrollados a una América Austral cada vez más alejada del bienestar que prima en gran parte del planeta. Aunque eso sí, liderando el mundo del atraso, la miseria, inferior calidad de vida, etc., envuelto entre una endémica pena y terrible frustración.

Copia y calco de Boric son estos inveterados politicastros peruanos que pregonan la violencia, fomentando el odio y la lucha de clases a través del resentimiento social. Infame pero exitoso recurso al que solo apelan los dirigentes canallas que persisten en llegar al poder para instalarse allí sin fecha de salida, abocados a someter a sus pueblos a la esclavitud de la miseria y a la supresión de las libertades democráticas. Esto último, en forma contumaz, insisten en imponerlo como recurso para “mantener el orden público”. ¡Cuando en realidad, es para acallar la protesta contra su engaño y fracaso como gobernantes! Mientras fueron candidatos, ahí sí le ofrecían de todo a Don Juan Pueblo: pan, libertad, eliminar la miseria, acabar con los explotadores ricos y toda esa parafernalia de mentiras que conforman su anticuado vocabulario populista; pérfido instrumento propagandístico para atraer votos que condenarán a la esclavitud a quienes, engatusados por el mensaje revanchista, votaron por ellos.

Prepárese, amable lector. Porque en abril de 2026 unos cuarenta “partidos” de izquierda repetirán esta letanía. Y conociendo la crispación social que han generado esos seis “gobernantes falsarios” que imperdonablemente han presidido el Perú desde 2011 —Humala, Kuczynski, Vizcarra, Sagasti, Castillo y Boluarte—, lo más probable es que algún incapaz, demagogo, socialista, comunista peruano consiga hacerse del triunfo electoral.
Columnista Diario Expreso
Foto: Andina 

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