Solidaridad y acción para evitar tragedias deportivas

Por Ubaldo Alvarez A ||

El pasado 18 de julio, la tragedia golpeó a la comunidad educativa de Querala, en la provincia General Sánchez Cerro, Moquegua, cuando el joven deportista Y.R.R. sufrió un grave accidente durante las Olimpiadas Escolares. Este hecho, que dejó al menor en estado crítico, no solo nos recuerda la fragilidad de nuestras infraestructuras deportivas, sino también la urgente necesidad de repensar cómo cuidamos a nuestros jóvenes en su proceso de formación y competencia. 

Como alguien que ha trabajado en la educación, puedo decir que este tipo de situaciones, aunque no se pueden prevenir al 100%, deben impulsarnos a actuar con mayor responsabilidad.

Cuando observamos el video del accidente, una de las primeras cosas que llama la atención es la cancha donde ocurrió el hecho. La superficie de cemento, lisa y dura, es un riesgo inminente para cualquier deportista, sobre todo para los adolescentes, quienes suelen competir con ímpetu y sin medir las consecuencias de un mal paso. En este caso, la falta de una infraestructura adecuada, como una cancha sintética, fue uno de los factores que contribuyó a la magnitud del accidente. Es fundamental que las autoridades comprendan que no se trata solo de la realización de eventos deportivos, sino de garantizar la seguridad de los estudiantes que los representan.

El hecho de que el menor haya tenido que ser intervenido quirúrgicamente por un traumatismo encéfalocraneano, con hemorragia intracraneal y sangrado de oído, evidencia lo grave de la situación. Tras la craneoplastía, fue trasladado a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) donde ahora se encuentra en un proceso de evaluación y seguimiento. Si bien afortunadamente su vida no corre peligro, la cicatriz que este evento deja no solo es física, sino también emocional para él, su familia y todos aquellos que lo apoyan.

Es en momentos como estos cuando la solidaridad de la comunidad cobra un valor incalculable. La respuesta inmediata de los compañeros de las instituciones  educativas del ámbito de la UGEL General Sánchez Cerro, quienes iniciaron una campaña de apoyo para el escolar, es lo que realmente marca la diferencia. Pero la solidaridad no debe ser algo puntual. No podemos esperar a que haya una tragedia para actuar; las autoridades deben ser proactivas y comprender que las inversiones en infraestructura deportiva no son un gasto, sino una inversión en la salud y el bienestar de nuestros jóvenes. Ya es hora de que las autoridades regionales y locales se sumen a este llamado urgente y empiecen a trabajar en proyectos concretos que mejoren la seguridad de los espacios deportivos en la región.

¿Qué más se puede hacer, entonces? Primero, como sociedad, debemos exigir que los recursos públicos se destinen a mejorar las canchas y espacios deportivos en toda la provincia. Que para el año 2025, el Gobierno Regional de Moquegua tiene un presupuesto total de S/ 831 millones, como mencioné en mi columna de opinión "Burocracia y derroche ahogan a Moquegua" fechado 18/07/2025, no hay excusa para que no se lleven a cabo estos proyectos. Si realmente se quieren salvar vidas, hay que actuar de manera efectiva y prioritaria. Y para eso, necesitamos que las autoridades comprendan que el deporte no es solo una cuestión de competencia, sino también de cuidado y protección. ¿Por qué no construir canchas sintéticas y adecuadas que minimicen los riesgos de accidente? ¿Por qué no invertir en la seguridad de nuestros deportistas, cuando los recursos están disponibles?

Este incidente también nos invita a reflexionar sobre la responsabilidad de los organizadores de eventos como las Olimpiadas Escolares. La UGEL General Sánchez Cerro, que lleva a cabo estos juegos, debe hacer más para sensibilizar a las autoridades sobre la importancia de crear espacios seguros para los jóvenes. La campaña de apoyo debe incluir, además de la recolección de fondos, una campaña de concienciación que involucre tanto a los funcionarios como a la comunidad en general.

El accidente de Y.R.R. debe ser un llamado a la acción para todos nosotros. No podemos quedarnos con las manos cruzadas esperando que otra tragedia nos despierte. Es momento de exigir que se inviertan los recursos adecuados en la infraestructura deportiva de nuestras escuelas y comunidades. Si realmente nos importa el futuro de nuestros jóvenes deportistas, debemos hacer todo lo posible para garantizar su seguridad. La vida de un niño vale más que cualquier juego, y es nuestra responsabilidad velar por su bienestar en cada paso de su desarrollo. Solo así, con la solidaridad y la acción de todos, podremos evitar que tragedias como la vivida por la familia Ríos se repitan.

Nota. Mi solidaridad con los padres y los familiares del menor que están organizando gran pollada prosalud, a realizarse domingo  27 del presente mes. En el local social Asira- Ichuña, referencia detrás del Centro de Salud de Ciudad Blanca distrito  de Paucarata-Arequioa.


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