Quedan
menos de cuatro meses para que el Niño Costero se manifieste con toda su
ferocidad. El Centro Nacional de Estimación, Prevención y Reducción del Riesgo
de Desastres (Cenepred), ha hecho un mapeo nacional de los 9000 puntos críticos
por huaycos e inundaciones, pero lo que no vemos hasta ahora es el mismo esmero
para comunicar sobre los puntos críticos de la sequía que está afectando a toda
la zona altoandina por tercer año consecutivo. El Cenepred cuenta con un reporte sobre los escenarios de
riesgo por sequía que debería tener no sólo la misma difusión
en prensa que tiene el de inundaciones, sino que tendría que ser un documento
de trabajo permanente para el gobierno nacional, de modo que las partidas
presupuestarias apunten a la remediación y adaptación, así también para que los
gobiernos regionales y locales comiencen a planificar acciones en el mismo
sentido.
El
año pasado vimos noticias sobre la desaparición de diferentes cuerpos de agua
como la laguna de Cconchaccota en Apurímac,
la dotación de abrevaderos artificiales de agua en la zona de la Reserva Nacional
Salinas y Aguada Blanca en Arequipa (RNSAB), la muerte de camélidos
sudamericanos y otras afectaciones en las zonas altoandinas reseñadas en un anterior artículo. Lo más
visible este año son las noticias sobre la disminución del nivel del lago Titicaca en
Puno, la alerta de que la ciudad de Cusco se quedaría sin
agua para el consumo humano por la falta de reservas en
la laguna Piuray, así como el déficit de agua para la
agricultura en los distritos del Chili no regulado en Arequipa; sin
embargo, lo más alarmante es lo que no se ve. En la zona altoandina de Arequipa
y Puno han aumentado los remates de ganado, pues las familias alpaqueras
prefieren vender sus animales antes que perderlos por enfermedades y abortos
debido a la falta de agua. Si bien esta acción les permite tener dinero ahora,
a la larga las descapitaliza, teniendo en cuenta que su situación económica ya
es vulnerable.
Según
información del Consejo Regional de Recursos Hídricos de la Cuenca Quilca Chili
(CRRHCQCH), la demanda de agua para el consumo humano en la ciudad de Arequipa (que rondaría el millón 157 mil habitantes),
está cubierta hasta abril del próximo año; de hacerse masiva esa noticia
seguramente causaría un efecto contraproducente en la población, pues
continuaría con los mismos malos hábitos de desperdicio en un contexto que ha
cambiado. Debemos ser conscientes de que hay distritos en la ciudad que tienen
agua por horas y que a sólo tres horas del centro hay personas que ni siquiera
cuentan con agua segura. Por otro lado, es preocupante que a pesar de que la
cuenca se maneja en un sistema integrado, el Consejo no cuenta con información
detallada sobre la afectación de la sequía en su parte alta.
Las
medidas preventivas son urgentes, así como contar con el presupuesto para
atender a las personas cuyo sustento de vida se está evaporando; sin embargo,
son necesarias también medidas a nivel macro, como solucionar el desperdicio de
agua en la actividad agrícola. Según datos del Consejo de Cuenca, el 76 % de
agua de la cuenca Quilca Chili es consumida por la agricultura, pero estos
usuarios lo hacen de forma negligente: estiman que de cada 100 litros que usan,
45 son desperdiciados. Esto, por falta de sistemas de riego o por su inadecuado
manejo, también por problemas con la infraestructura hídrica, como la de la Represa San José de Uzuña en
Polobaya, cuya compuerta principal presenta deficiencias desde su inauguración.
El desperdicio, por falta de eficiencia en el riego, es alevoso en este
contexto.
Por
otro lado, urge poner atención al cambio de matriz energética, ya que en muchas
partes de nuestro país la fuente principal de energía es una hidroeléctrica. El
gerente general de la Sociedad Eléctrica del Sur Oeste (SEAL), Markpool De
Taboada, reveló que el 50% de la energía para atender a los usuarios de
Arequipa proviene de centrales hidroeléctricas, el 40% es producida por gas, 5%
depende del diésel y 5% de energías renovables; esto en una región con altos
niveles de radiación que muy bien podrían usarse para producir energía. Por
cierto, junto a esta revelación, también anunció el posible aumento de la
tarifa de energía eléctrica por la sequía.
Hace
unas semanas, el gobernador regional de Arequipa, Rohel Sánchez, informaba que
el Ejecutivo se comprometió a financiar con 9,6 millones de soles la
construcción de 45 nuevas cochas en las cabeceras de las diferentes cuencas
hidrográficas de la región; a setiembre aún no se ha efectuado ninguna
coordinación con el Consejo de Cuenca para planificar su ubicación, teniendo en
cuenta que en la RNSAB muchas de estas infraestructuras fueron construidas por descosur y
la población mediante el financiamiento de sus proyectos y aporte de recursos
municipales, así como con el financiamiento del Mecanismo de Retribución por
Servicios Ecosistémicos (MRSE) Hídrico. También hay otras obras realizadas por
gestiones regionales pasadas.
Ya
que la alerta por el déficit hídrico ha pasado a ser permanente en el sur, es
vital la coordinación interinstitucional para que las medidas de adaptación y
mitigación sean más exitosas y cubran a un mayor número de habitantes. El
Midagri, que tiene diferentes acciones mediante Agrorural, debería tener esa
apertura y dejar de ejecutarlas aisladamente y sin un adecuado análisis de
contexto.
Hay
diferentes frentes para afrontar la sequía, pero requiere una organización
conjunta y celeridad con planes de emergencia para atenuarla en esta temporada.
Hace falta tener mayor empatía con la población más vulnerable.
desco Opina –
Regional / 15 de setiembre del 2023
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