Desafíos en la creación de distritos rurales en Moquegua

Por Ubaldo Alvarez A ||

La reciente reunión en la comunidad campesina de Querala, ubicada en el distrito de Ubinas, provincia  General Sánchez Cerro, Moquegua, ha generado un intenso debate sobre la creación de un nuevo distrito rural. Los presidentes de varias comunidades se autoconvocaron para abordar esta iniciativa, con la participación del congresista Samuel Coayla Juárez. A primera vista, la propuesta parece loable, pero debemos profundizar en la viabilidad y las reales implicaciones de este proyecto.

La creación de nuevos distritos rurales se ha convertido en un tema recurrente en el país, con la esperanza de mejorar la calidad de vida y el acceso a servicios públicos para las comunidades involucradas. Aunque es innegable que todas las iniciativas en este sentido merecen reconocimiento, no debemos pasar por alto los desafíos que implica.

En primer lugar, es esencial considerar que la creación de un nuevo distrito implica requisitos legales y financieros significativos. Según la Ley de Demarcación y Organización Territorial, se requiere una población mínima de 3.800 habitantes y una capital distrital con al menos 1.200 personas. Esto puede ser un obstáculo para muchas comunidades rurales aspirantes que dependen principalmente de la agricultura, la ganadería y el autoconsumo, carecen de industrias y tienen recursos limitados.

La creación de un distrito implica la generación de recursos fiscales propios y la capacidad de mantener funcionarios y servicios locales. Esta es una tarea desafiante para muchas de estas comunidades, lo que hace que el cumplimiento de los requisitos legales sea complicado.

La gran pregunta que surge es si la creación de distritos es la solución adecuada para mejorar la calidad de vida de estas comunidades. Reitero, más allá de las buenas intenciones, debemos considerar la viabilidad y la sostenibilidad de estos nuevos distritos.

Una alternativa podría ser unificar municipios a nivel nacional, siguiendo los criterios establecidos en la Ley de Demarcación Territorial. Esto podría ayudar a abordar de manera más efectiva las necesidades de las comunidades rurales sin imponer requisitos que sean difíciles de cumplir en la gestión.

Además de los aspectos legales y financieros, es esencial considerar la identidad cultural e histórica de las comunidades, así como la accesibilidad a servicios administrativos y sociales. La denominación de la capital del nuevo distrito debe corresponder a un vocablo que conserve
topónimos aborígenes, referencias geográficas, históricas o folklóricas, lo que plantea desafíos adicionales en algunos casos, como propuesta sede de la capital del nuevo distrito no reúne la comunidad de Querala.

En cuanto a la gestión municipal y la inversión de recursos, es fundamental que la autoridad local de Ubinas cumpla con sus promesas de campaña y trabaje de manera efectiva para mejorar la calidad de vida de la población. La falta de transparencia en la administración de recursos y la carencia de capacidades técnicas son problemas que deben abordarse y superar en la región Moquegua.

En última instancia, la creación de nuevos distritos rurales debe ser una decisión bien fundamentada que considere la viabilidad legal, financiera y cultural, así como las capacidades de gestión de las autoridades locales. Además, es fundamental que los congresistas y legisladores informen con claridad sobre las implicaciones y desafíos de estas iniciativas.

En lugar de buscar soluciones rápidas, quizás sea hora de abordar de manera integral los desafíos de las comunidades rurales de la región Moquegua, buscando alternativas que realmente contribuyan a su desarrollo sostenible y a la mejora de la calidad de vida de sus habitantes.

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