Desde las calles de Arequipa, el eco de la tercera manifestación estudiantil en la Universidad Nacional de San Agustín resuena como un lamento que se niega a ser ignorado. Es el grito desesperado de quienes, en su búsqueda de conocimiento y especialización, se encuentran atrapados en el torbellino de un conflicto que parece no tener fin.
Responsabilizan al gobierno y a las autoridades agustinas, exigiendo un diálogo que ha resultado ser tan esquivo como la sombra de un fantasma. Para estos jóvenes estudiantes, la huelga no debería convertirse en el verdugo del semestre, pero lamentablemente, las aulas vacías son la cruel realidad que enfrentan.
En la emblemática sede del Rectorado de la UNSA, la frustración se materializa. El vicerrector académico, Luis Cuadros Paz, se ha convertido en un maestro de la desilusión al agendar reuniones que nunca llega a presidir. Es un juego de citas incumplidas que deja a los estudiantes con más preguntas que respuestas.
Los estudiantes de biomédicas, en medio de esta tormenta educativa, alzan la voz. Cursos y congresos de especialidad, vitales para su formación, se desvanecen en la nebulosa de una huelga que parece no tener fin. El Consejo Estudiantil y la Asamblea Universitaria se unen al coro de descontento, recordando que se avecina la marca desoladora de 50 días de protesta.
Desde Tarapoto, la Ministra de Educación, Miriam Ponce, pronuncia palabras que parecen contradecir la realidad que viven los estudiantes. Afirma que el Ejecutivo está siempre dispuesto al diálogo, mientras los días de huelga se acumulan. Culpa a los docentes por no aceptar una propuesta que, al parecer, no aborda las verdaderas necesidades de quienes educan y quienes aprenden.
En un rincón oscuro de esta historia, los docentes universitarios exigen la renuncia de la ministra. En un video revelador, la Federación Nacional de Docentes Universitarios del Perú (FENDUP) expone la desconexión entre la ministra y la realidad de los educadores. La propuesta de aumento, apelando a la gradualidad, es rechazada mientras los docentes se preparan para marchar y desesperadamente, iniciar una huelga de hambre.
En este caos educativo, el silencio se vuelve ensordecedor. El grito estudiantil se pierde en el laberinto de la burocracia y la retórica vacía. Mientras las aulas permanecen vacías, la educación se desvanece y la esperanza de una solución se desdibuja en la penumbra de un conflicto que amenaza con oscurecer el futuro de una generación, pero ¿quién escuchará realmente sus demandas y pondrá fin a este impasse académico?
Foto: Diario Correo
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