Abancay conocido como el eterno valle primaveral, donde la pasión por el deporte se entrelaza con los sueños de gloria, se ha desatado una polémica que pone de manifiesto la realidad de muchos atletas olvidados por sus propias autoridades locales. La reciente experiencia de Eriberto Gutiérrez Robles, miembro de la selección nacional de canotaje ganador de la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos Santiago 2023, ha revelado las penumbras que a menudo oscurecen el camino de los deportistas en nuestro país.
En un emotivo acontecimiento que quedará marcado en la memoria colectiva de Abancay, Eriberto Gutiérrez, visiblemente conmovido, se vio obligado a rechazar la condecoración otorgada por el alcalde Raúl Peña. El gesto del deportista, que decidió devolver la medalla y el diploma en un acto de protesta silenciosa, estalló profundamente en aquellos que anhelan un reconocimiento genuino por parte de sus líderes locales.
El reclamo de Gutiérrez no fue solo un grito de desahogo personal; fue el eco de muchos atletas que luchan incansablemente en busca de apoyo para representar a su país en competiciones internacionales. Su experiencia refleja la triste realidad que enfrentan deportistas talentosos y dedicados, quienes a menudo son ignorados y marginados por la falta de respaldo económico y logístico de las autoridades locales y regionales.
El desencanto expresado por Gutiérrez también nos invita a reflexionar sobre la naturaleza del reconocimiento. ¿Qué valor tiene una medalla cuando el sacrificio y la determinación del atleta son desestimados? Las palabras del deportista, cargadas de frustración y emoción, me recuerda que el verdadero premio debería ir más allá de un gesto simbólico; debería traducirse en un respaldo tangible que permita a los deportistas concentrarse en su entrenamiento y representar dignamente a su país.
Es fácil condenar la falta de apoyo del alcalde Peña, pero este incidente también clarifica sobre la necesidad de un cambio profundo en la forma en que las autoridades locales abordan el deporte. Más allá de los discursos grandilocuentes y las condecoraciones ceremoniales, se requiere una inversión real y sostenida en el desarrollo de programas deportivos, infraestructuras adecuadas y oportunidades educativas para los jóvenes talentos locales.
La historia de Eriberto Gutiérrez debería servir como un llamado de atención para todas las autoridades ediles y regionales del país. Los deportistas no solo necesitan aplausos y medallas; necesitan un sistema que los respalde desde el principio hasta el final de sus carreras. Necesitan saber que su esfuerzo y dedicación serán reconocidos no solo en momentos de gloria en el podio, sino también en el día a día, mientras se preparan para alcanzar sus metas.
Esperamos que este acontecimiento despierte la conciencia de aquellos que tienen el poder de cambiar esta realidad. Que los líderes locales escuchen los llamados de sus ciudadanos y comprendan que el apoyo a los deportistas es una inversión en el futuro, en el orgullo de una nación que celebra no solo las medallas ganadas, sino también el esfuerzo y la pasión que cada atleta aporta a su disciplina.
Es hora de que las palabras de los deportistas sean escuchadas y que sus necesidades sean atendidas. No podemos permitir que el talento y el sacrificio se pierdan en la indiferencia. Los deportistas de Abancay y del país merecen más que promesas vacías y gestos simbólicos. Merecen un apoyo real y constante que les permita brillar en los escenarios internacionales y al mismo tiempo, inspire a las generaciones futuras a seguir sus pasos hacia el éxito.
Foto: facebook de Eriberto Gutiérrez R.
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