Según cifras oficiales en este momento hay en el Perú 416,024 maestros activos en las aulas, de los cuales el 68% trabaja en el sector público y el 32% en colegios particulares. En el sector estatal al 2023 trabajaban 221,120.000 maestros nombrados (53%) y 194,904 contratados, sin continuidad ni estabilidad (47%). Para el proceso de nombramiento docente 2022, el Ministerio de Educación reportó que un total de 89,556 docentes participantes en ese concurso. Aún sin se hubieran cubierto todas las plazas quedarían 105,000 pendientes de ser nombrados algún día.
La pregunta que cae por su peso es ¿qué posibilidades tienen los 8,000 estudiantes que se titulan cada año en promedio (de los 40,000 estudiantes de educación que hay en las universidades), de obtener un contrato y más aún, ser nombrados en el Estado o tener un contrato continuo y bien remunerado en el sector privado?
Agreguemos a eso ¿cuál es el techo salarial al que puede llegar un maestro estatal nombrado a la espera de algún disputado ascenso, o cuál en el sector privado en el que hay pocos maestros estables que ganan encima de 3,000 soles mensuales? Siendo la docencia una actividad tan masiva, subirles tan solo 100 soles mensuales anualizados y multiplicados por el conjunto de maestros estatales significa más de 500 millones de soles, lo que hace inviable una mejora salarial significativa.
En el caso de estudiantes de universidades privadas, la pregunta es si el costo de estudiar educación sumado a los costos de oportunidad perdidos por no estudiar nada y empezar a trabajar terminada la secundaria, justifica la inversión y el retorno que de ésta se derivará.
Así las cosas, hay que pensar bien si es una buena opción estudiar la carrera docente, o si es conveniente tener la mente abierta a diversas otras opciones. Habrá quienes apasionados por la docencia persistirán en el esfuerzo contra viento y marea. Habrá los que estudien la carrera pensando en que ni bien adquieran alguna experiencia intentarán algún emprendimiento lateral que se sostenga en un conocimiento previo de la pedagogía. Habrá quienes querrán dedicarse a la investigación o la docencia universitaria (que según SUNEDU actualmente integra a 23 mil docentes en las públicas y 50,000 en las privadas). Habrá los que tengan otras razones.
No está de más tomar nota de que en países desarrollados los interesados en ser docentes primero estudian un bachillerato de la disciplina de su preferencia (matemáticas, biología, química, física, computación, historia, literatura, etc.) y luego hacen el título pedagógico a manera de una maestría, con lo que en realidad tienen dos carreras que abren más opciones laborales. Mi propia formación docente se construyó de esta manera que creo que es la que abre mejores opciones a quienes tienen la vocación docente.
Nada de esto supone una desvalorización de la profesión docente que es absolutamente imprescindible para educar a las sucesivas generaciones de peruanos. Pero como educadores tenemos la obligación de abrirle opciones a nuestros estudiantes y que reflexiones bien sobre sus decisiones. Esta columna pretende ser una contribución para ese fin.
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