Cuando pienso en el verano, mi mente viaja inevitablemente hacia las playas. Ese lugar donde el sol, el mar y la arena nos permiten desconectarnos del estrés cotidiano y reconectar con lo esencial. Pero el verano no es solo un tiempo de descanso, también es una oportunidad de desarrollo para las regiones costeras que saben aprovecharlo. Y en Arequipa, el verano no solo trae olas, sino también crecimiento económico, identidad regional y retos que merecen atención.
Las proyecciones para el verano 2025 en Arequipa son esperanzadoras. Más de 300,000 veraneantes visitarán playas como las de Camaná y Mollendo, las joyas costeras que cada año atraen tanto a locales como a turistas de otras regiones. Este flujo de visitantes no es fortuito. Arequipa ha trabajado para garantizar que sus playas no solo sean atractivas, sino también seguras y acogedoras. Jorge Meza Cruz, gerente regional de Comercio Exterior y Turismo, subrayó que 25 playas están acreditadas para recibir turistas con las condiciones necesarias en cuanto a salubridad y servicios. Sostuvo a la Agencia Andina.
Sin embargo, más allá de las cifras, me pregunto: ¿entendemos el verdadero impacto del turismo en estas localidades? El movimiento económico estimado de 20 millones de soles es significativo. No se trata solo de ingresos para negocios de alojamiento o restaurantes, sino de una cadena que beneficia a vendedores ambulantes, transportistas y hasta artistas locales que encuentran en este flujo de visitantes una audiencia dispuesta a consumir cultura. En este sentido, el verano se convierte en un motor económico esencial para las provincias costeras.
Pero no podemos quedarnos en lo positivo sin reflexionar sobre los retos. Aunque las autoridades han instalado cámaras de seguridad y han aumentado la presencia de serenos, ¿es esto suficiente para garantizar una experiencia segura para todos los visitantes? La seguridad es un pilar clave, pero también lo es la sostenibilidad. La masiva afluencia de turistas plantea interrogantes sobre la capacidad de las playas para manejar adecuadamente la generación de residuos, el consumo de agua potable y el impacto ambiental en general. Si bien Arequipa ha dado pasos importantes en la regulación y preparación de sus playas, considero que este es el momento para implementar estrategias más amplias que incluyan campañas de educación ambiental y un mejor manejo de los desechos.
Por otro lado, las fiestas de fin de año y los dos primeros meses del año suelen ser la temporada de mayor afluencia. Esto pone una presión adicional sobre las autoridades locales y los operadores turísticos. En este punto, la colaboración entre sector público y privado es fundamental. Si Arequipa aspira a consolidarse como un destino turístico estelar en el verano, debe garantizar que todos los actores involucrados trabajen bajo un mismo objetivo: ofrecer una experiencia inolvidable para los turistas y sostenible para la región.
Finalmente, Arequipa tiene en sus playas mucho más que destinos turísticos: tiene una oportunidad de oro para mostrar su capacidad de crecimiento, resiliencia y cuidado por el entorno. El verano 2025 no solo debe ser recordado por la cantidad de visitantes que recibió, sino por ser un modelo de desarrollo turístico sostenible en el país.
Como siempre, el desafío está en nuestras manos. ¿Podremos convertir el sol y la arena en un verdadero impulso para el desarrollo regional? Yo creo que sí, pero solo si lo hacemos bien.
Foto: Andina
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