Por. Francisco
Durand
El triunfalismo
económico ha predominado en el país desde que, gracias a la política
proexportadora y a los estímulos del mercado mundial (principalmente la demanda
de China, un gigante que despierta), comenzamos a tener altas tasas de
crecimiento. Hoy todavía seguimos con esa letanía engañosa, que sólo se fija en
las cuentas nacionales para justificar la política de promover las grandes
inversiones a cualquier costo y se olvida del resto. Tenemos también a
políticos que reclaman haber roto cualquier cantidad de récord contra la
pobreza construyendo obras públicas. Destaca, rompiendo la línea del horizonte,
por el tamaño de su figura y su monumental presencia política, Alan García.
¿Todo un éxito?
Lo que no dicen es que mientras dejaron la economía en "piloto automático" continuaron los problemas de desempleo y subempleo y no se construyó la parte social y policial del aparato de Estado, sólo la económica (MEF, SUNAT, INDECOPI, etc.). De modo que nuestros economistas y gobernantes se dedicaron a organizar decenas de giras al exterior (road shows), a firmar tratados de libre comercio de medianoche y a recibir felices en sus despachos a las delegaciones de inversionistas, fueran chinas o chilenas. Mientras tanto, el país seguía desarrollando lo malo. Hasta al propio García se le ocurrió la monumental idea de indultar a narcos y criminales por miles. A continuación, un recuento de malos récords. Ninguno debe ser materia de celebración, pero tampoco de olvido.
Empecemos por la debilidad de la formalidad. Ni el Estado ni el sector privado formal (los campeones de la exportación de materias primas) ofrecen mayores oportunidades de empleo digno, de modo que "el resto", que son la mayoría, "se las arregla como puede". Aquí hay un problema de fondo que no podemos ignorar o dejarnos distraer con eso de las altas tasas de crecimiento exportador. El Perú tiene un sector informal de 58%, siendo más grande sólo en Bolivia. Y en materia de empresas informales, la cifra llega al 65%. Este es un fracaso neoliberal, un fracaso de un Estado capturado por las corporaciones y dirigido por una derecha ciega y egoísta que lo manda. Se niega a modificar el modelo y es incapaz de reorganizar el Estado. Es entonces "su responsabilidad".
Continuemos con el crimen. Hay tanto robo en el país que uno de cada 4 peruanos ha sufrido una pérdida de propiedad (el 23,4%),lo que nos coloca en el segundo lugar del ranking latinoamericano. Sólo nos gana Ecuador. En materia de extorsión, estamos en cuarto lugar, aunque "mejorando" año a año. En cuanto a homicidios, se cometen 1,9 por cada 100,000 habitantes. Un tanto bajo. Nos llevan la delantera Guatemala con 90 por cada 100,000 y Venezuela con 53 por cada 100,000. No obstante, gracias al sicariato estamos mejorando en este ranking del mal.
Hemos vuelto a ser (luego de que Colombia nos sacó del primer puesto por unos años) el principal productor de coca del mundo, pero ahora ya no la transformamos tanto en pasta sino que fabricamos cocaína. Perú produce un total de 325 toneladas, seguido de Bolivia con 265 y Colombia con 195. Esta cocaína es manejada por mafias locales supeditadas a carteles colombianos y mexicanos que la sacan por puertos de la ruta norte (de Chimbote a Paita) destinada a EUA y China (ahora paga el doble por gramo de cocaína), o por el sur por carretera y avión rumbo a Río y Buenos Aires, luego África y Europa. Los ingresos por la producción de cocaína se calculan en 2,000 millones de dólares anuales.
En materia de contrabando, una actividad que no se investiga ni se castiga, las cifras son impresionantes. El contrabando de cigarrillos, electrónicos, licores, aceites, prendas de vestir, calzado, bebidas, alimentos, caucho, químicos y otras mercancías genera ingresos anuales estimados en 1,500 millones de dólares. El 75 % entra por el sur, siendo Juliaca la capital del contrabando, ligada a mafias ubicadas en Paraguay. Según un estudio desarrollado en seis países, el Perú es el que consume más licor de contrabando. En otros campos manejados por emprendedores del crimen. Perú destaca incluso más. Hay un boom de falsificación de billetes y ahora somos el primer país productor de dólares falsos del mundo, habiendo superado a Colombia. Se estima que falsificar 100,000 dólares, que es muy barato, permite ganar entre 17,000 a 20,000 dólares. La ganancia es del 95%, siendo mayor que la cocaína y menos complicada. Hasta la coima les sale barato si la apagan con billetes falsos. Curioso, somos buenos en transformación productiva criminal.
Pero el desorden y el crimen no se limitan a delitos contra la vida y la propiedad y actividades de mercado negro que generan increíbles ganancias. Hay otras áreas donde rompemos récords y que demuestran el grado de incivilidad alcanzado, indicio de que tenemos problemas serios que no se pueden achacar sólo a la criminalidad rampante y un Estado cómplice o torpe.
Con respecto a los accidentes de tránsito, actividades en las cuales debemos culpar a las autoridades y a nosotros mismos, y al modelo de capitalismo salvaje aplicado al transporte público a partir de Fujimori (vehículos importados, camiones y buses "hechizos", proliferación de taxis y micros en loca carrera por ganar pasajeros), nuestro lugar en los rankings es muy destacado. En el Perú ocurrieron un total de 700,000 accidentes en los últimos 10 años, provocando 31.550 muertes. Sólo en los últimos 4 años el mal manejo, el estado de los vehículos y la imprudencia (incivilidad ciudadana) han provocado incapacidad a 117,000 personas. Somos los primeros en América Latina. De modo que algo malo pasa en este país que no pasa en los vecinos. Aquí también la coima abunda y debe ser parte de los ingresos regulares de la policía.
La dolorosa conclusión es que no sólo el Estado sino la economía y la sociedad están enfermas, pero cualquier reforma pasa necesariamente por el Estado debido a que tiene la función esencial de legislar, hacer cumplir la ley (empezando por los funcionarios), y sobre todo sancionar a quienes la violan castigando con fuerza a las autoridades, eliminando beneficios al crimen organizado y limpiando las burocracias de corrupción.
Las soluciones no son simples y tomarán tiempo. Podemos empezar creando una Comisión Nacional Contra el Crimen (CCC) que estudie el crimen organizado, sus ramificaciones y proponga medidas comprehensivas. Esto último no duele ni cuesta mucho, además es popular. Pero la CCC no debe ser infiltrada ni paralizada por los malos, que son muchos. Todo depende del próximo presidente. No debe tener lazos con el crimen, ataduras con los grandes intereses económicos o ser financiado por mafias. Sólo así podemos impulsar un cambio del modelo económico que supere nuestra gran falla estructural y genere una mejora institucional una vez que se limpien las instituciones. En resumen, ni García ni Keiko harán nada al respecto.
Lo que no dicen es que mientras dejaron la economía en "piloto automático" continuaron los problemas de desempleo y subempleo y no se construyó la parte social y policial del aparato de Estado, sólo la económica (MEF, SUNAT, INDECOPI, etc.). De modo que nuestros economistas y gobernantes se dedicaron a organizar decenas de giras al exterior (road shows), a firmar tratados de libre comercio de medianoche y a recibir felices en sus despachos a las delegaciones de inversionistas, fueran chinas o chilenas. Mientras tanto, el país seguía desarrollando lo malo. Hasta al propio García se le ocurrió la monumental idea de indultar a narcos y criminales por miles. A continuación, un recuento de malos récords. Ninguno debe ser materia de celebración, pero tampoco de olvido.
Empecemos por la debilidad de la formalidad. Ni el Estado ni el sector privado formal (los campeones de la exportación de materias primas) ofrecen mayores oportunidades de empleo digno, de modo que "el resto", que son la mayoría, "se las arregla como puede". Aquí hay un problema de fondo que no podemos ignorar o dejarnos distraer con eso de las altas tasas de crecimiento exportador. El Perú tiene un sector informal de 58%, siendo más grande sólo en Bolivia. Y en materia de empresas informales, la cifra llega al 65%. Este es un fracaso neoliberal, un fracaso de un Estado capturado por las corporaciones y dirigido por una derecha ciega y egoísta que lo manda. Se niega a modificar el modelo y es incapaz de reorganizar el Estado. Es entonces "su responsabilidad".
Continuemos con el crimen. Hay tanto robo en el país que uno de cada 4 peruanos ha sufrido una pérdida de propiedad (el 23,4%),lo que nos coloca en el segundo lugar del ranking latinoamericano. Sólo nos gana Ecuador. En materia de extorsión, estamos en cuarto lugar, aunque "mejorando" año a año. En cuanto a homicidios, se cometen 1,9 por cada 100,000 habitantes. Un tanto bajo. Nos llevan la delantera Guatemala con 90 por cada 100,000 y Venezuela con 53 por cada 100,000. No obstante, gracias al sicariato estamos mejorando en este ranking del mal.
Hemos vuelto a ser (luego de que Colombia nos sacó del primer puesto por unos años) el principal productor de coca del mundo, pero ahora ya no la transformamos tanto en pasta sino que fabricamos cocaína. Perú produce un total de 325 toneladas, seguido de Bolivia con 265 y Colombia con 195. Esta cocaína es manejada por mafias locales supeditadas a carteles colombianos y mexicanos que la sacan por puertos de la ruta norte (de Chimbote a Paita) destinada a EUA y China (ahora paga el doble por gramo de cocaína), o por el sur por carretera y avión rumbo a Río y Buenos Aires, luego África y Europa. Los ingresos por la producción de cocaína se calculan en 2,000 millones de dólares anuales.
En materia de contrabando, una actividad que no se investiga ni se castiga, las cifras son impresionantes. El contrabando de cigarrillos, electrónicos, licores, aceites, prendas de vestir, calzado, bebidas, alimentos, caucho, químicos y otras mercancías genera ingresos anuales estimados en 1,500 millones de dólares. El 75 % entra por el sur, siendo Juliaca la capital del contrabando, ligada a mafias ubicadas en Paraguay. Según un estudio desarrollado en seis países, el Perú es el que consume más licor de contrabando. En otros campos manejados por emprendedores del crimen. Perú destaca incluso más. Hay un boom de falsificación de billetes y ahora somos el primer país productor de dólares falsos del mundo, habiendo superado a Colombia. Se estima que falsificar 100,000 dólares, que es muy barato, permite ganar entre 17,000 a 20,000 dólares. La ganancia es del 95%, siendo mayor que la cocaína y menos complicada. Hasta la coima les sale barato si la apagan con billetes falsos. Curioso, somos buenos en transformación productiva criminal.
Pero el desorden y el crimen no se limitan a delitos contra la vida y la propiedad y actividades de mercado negro que generan increíbles ganancias. Hay otras áreas donde rompemos récords y que demuestran el grado de incivilidad alcanzado, indicio de que tenemos problemas serios que no se pueden achacar sólo a la criminalidad rampante y un Estado cómplice o torpe.
Con respecto a los accidentes de tránsito, actividades en las cuales debemos culpar a las autoridades y a nosotros mismos, y al modelo de capitalismo salvaje aplicado al transporte público a partir de Fujimori (vehículos importados, camiones y buses "hechizos", proliferación de taxis y micros en loca carrera por ganar pasajeros), nuestro lugar en los rankings es muy destacado. En el Perú ocurrieron un total de 700,000 accidentes en los últimos 10 años, provocando 31.550 muertes. Sólo en los últimos 4 años el mal manejo, el estado de los vehículos y la imprudencia (incivilidad ciudadana) han provocado incapacidad a 117,000 personas. Somos los primeros en América Latina. De modo que algo malo pasa en este país que no pasa en los vecinos. Aquí también la coima abunda y debe ser parte de los ingresos regulares de la policía.
La dolorosa conclusión es que no sólo el Estado sino la economía y la sociedad están enfermas, pero cualquier reforma pasa necesariamente por el Estado debido a que tiene la función esencial de legislar, hacer cumplir la ley (empezando por los funcionarios), y sobre todo sancionar a quienes la violan castigando con fuerza a las autoridades, eliminando beneficios al crimen organizado y limpiando las burocracias de corrupción.
Las soluciones no son simples y tomarán tiempo. Podemos empezar creando una Comisión Nacional Contra el Crimen (CCC) que estudie el crimen organizado, sus ramificaciones y proponga medidas comprehensivas. Esto último no duele ni cuesta mucho, además es popular. Pero la CCC no debe ser infiltrada ni paralizada por los malos, que son muchos. Todo depende del próximo presidente. No debe tener lazos con el crimen, ataduras con los grandes intereses económicos o ser financiado por mafias. Sólo así podemos impulsar un cambio del modelo económico que supere nuestra gran falla estructural y genere una mejora institucional una vez que se limpien las instituciones. En resumen, ni García ni Keiko harán nada al respecto.

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