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| Te Deum por Fiestas Patrias. Foto; perú.com |
Escribe Juan
Fonseca
Ayer, por primera vez en su gobierno, Humala
participó en la ceremonia de acción de gracias organizada por un grupo de
pastores evangélicos. La cobertura de la prensa revela su poco conocimiento y
sus contradicciones sobre el mundo evangélico y el tema del Estado laico. Por
ejemplo, hoy en columna, Augusto Alvarez Rodrich elogia la participación de
Humala en el Te Deum evangélico, sobre la base de varias
inexactitudes. Conviene aclarar algunas de ellas:
La
primera es que dicho evento es organizado por las iglesias cristianas
evangélicas. Eso no es exacto. Es organizado por un pequeño grupo de pastores
agrupados en el llamado Ministerio de Acción de Gracias, y liderados por Miguel
Bardales, un pastor carismático y ultraconservador, que sólo representa a su congregación
ubicada en La Molina. El CONEP (Concilio Nacional Evangélico del Perú), que es
la asociación que agrupa al 80 % del protestantismo institucionalizado en el
Perú nunca ha estado presente en dicho evento. Sus líderes más bien lo han
cuestionado. Tampoco participa UNICEP (Unión de Iglesias Cristianas Evangélicas
del Perú), mucho más pequeña que CONEP, pero con algo de representatividad. Así
que es un evento no avalado por ninguna denominación evangélica, y cuyos
organizadores representan a menos del 1 % del universo protestante.
En segundo lugar, dicho evento, como el Te Deum católico,
trasciende de su sentido supuestamente espiritual y es una plataforma de acción
política revestida de simbolismo religioso, tanto por las componendas que
existen detrás de su organización, como por el discurso del portavoz religioso
de turno. Sobre lo primero, la opinión pública debería saber que el Te Deum
evangélico fue fruto de una componenda política entre un sector de pastores
ultraconservadores liderados por Bardales y algunos políticos apristas y
fujimoristas de confesión cristiana. Por ello, Alan García, que ya conocía
personalmente a Bardales, fue un entusiasta propiciador del evento apenas
ascendió al poder. Asistió religiosamente al Te Deum evangélico mientras fue
presidente, e incluso después. Cuando ganó Humala, según las propias fuentes
evangélicas, él se negó a asistir pues conocía las componendas de Bardales y su
grupo de pastores pro-fujimoristas. Más bien se intentó que CONEP y UNICEP
organizaran el evento, para darle más institucionalidad. Pero la poca pericia
de los líderes de estas organizaciones, combinada con la astucia estratégica de
Bardales y compañía, diluyó esa posibilidad. El Te Deum evangélico siguió
realizándose, pero sin la presencia de Humala. Al menos hasta ayer.
Seguro que en los predios del gobierno conocen estas
componendas. E incluso saben de que Bardales es uno de los voceados para
acompañar a Keiko en su plancha presidencial para las elecciones del 2016.
Aspira a ser el nuevo Julio Rosas de un probable gobierno fujimorista. Pero al
parecer pudieron más las urgencias de popularidad del presidente, o quién sabe
otras motivaciones, para que finalmente asistiera y le diera el respaldo
político que el sector evangélico ultraconservador buscaba hace tiempo. Todo
esto lo maneja muy bien Bardales, el Cipriani evangélico, que sin representar
realmente al mundo evangélico, se erige ante el poder político nacional como si
fuera un portavoz autorizado de los evangélicos. En su sermón, pobre en lo hermenéutico
y estéril en lo espiritual, básicamente lanzó los puntos básicos de su probable
performance política: seguridad ciudadana, pedido de que “ya dejemos de
acusarnos” y “olvidar los errores de ayer”, defensa de la familia (en su
sentido homofóbico), etc. Las ideas-fuerza del fujimorismo en versión eclesial.
En tercer lugar, este evento no ayuda en nada a
fortalecer al Estado laico. Alvarez Rodrich arguye que el Te Deum evangélico
compensa el peso político de la Iglesia católica. En verdad, no compensa nada,
sino que añade al Estado un nuevo peso político: el de los evangélicos
conservadores. Frente a ello, hay dos opciones. La primera, es la que se aplica
en Estados Unidos, un Estado aconfesional, pero que reconoce la
pluriconfesionalidad de la nación convocando él mismo a las confesiones
religiosas del país a un servicio ecuménico (National Prayer Service). En el
más reciente, por presión de Obama, dicho servicio incluyó incluso a los
musulmanes, hinduistas y sijs. Si de todas maneras va a haber un evento
religioso oficial en Fiestas Patrias, ¿por qué no se hace un Te Deum ecuménico
con representantes de todas las religiones reconocidas en el país?
La segunda opción es simplemente eliminar todo Te Deum,
como ocurre en muchos Estados laicos auténticos. Pero parece que estamos a años
luz de ello, pues más bien siguen apareciendo más Te Deums. En cualquier
momento, los fieles a la Pachamama podrían pedir organizar uno, y tal vez con
mayor razón histórica que los católicos y evangélicos.
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