Visión limitada e indiferencia frenan el progreso en la comunidad de Tassa

Por Ubaldo Alvarez A ||

El destino de un pueblo está íntimamente ligado al compromiso de sus hijos, a la capacidad de visionar un futuro mejor y a la adaptación frente a las nuevas realidades sociales. Sin embargo, en la comunidad campesina de Tassa-Moquegua, la realidad es más compleja. A menudo me encuentro reflexionando sobre cómo, a pesar de los esfuerzos por proteger nuestro territorio comunal y asegurar el bienestar colectivo, ciertas actitudes y decisiones han frenado nuestro progreso.

Recientemente, en el marco de las negociaciones con una empresa minera, muchos de los Hijos de Tassa nos reunimos  con el firme propósito de proteger nuestra tierra y asegurar un futuro próspero para nuestra gente. La participación activa de quienes, como yo, residimos en otras ciudades, fue fundamental para aportar ideas innovadoras y plantear estrategias que beneficiaran a ésta comunidad. Sin embargo, lo que hemos encontrado al regresar es una comunidad sumida en la mezquindad, la indiferencia y peor aún, en una profunda falta de gratitud hacia esos esfuerzos colectivos.

Lamentablemente, las autoridades actuales parecen haber olvidado no solo nuestro trabajo, sino también el compromiso que asumieron en nombre del bienestar de la comunidad. Me duele decirlo, pero he visto cómo se han impuesto ideas erradas que solo conducen a la destrucción, y no al crecimiento, de Tassa. Propuestas valiosas, como la adquisición de terrenos o el ahorro en instituciones financieras para generar ingresos sostenibles, fueron desestimadas sin mayor análisis. Estas ideas, presentadas con la mejor intención de asegurar un futuro económico estable, se encontraron con el rechazo por la falta de experiencia y conocimiento empresarial de algunos dirigentes.

Yo propuse, en particular, que los S/ 280 mil obtenidos por el derecho de exploración minera fueran utilizados para comprar un terreno en la ciudad de Arequipa. Este terreno, con una inversión mínima en mejoras, podría aumentar considerablemente su valor con el tiempo, brindando una fuente de ingresos futuros para nuestra comunidad. Otra alternativa que sugerí fue depositar la suma en un plazo fijo y utilizar las utilidades generadas para financiar proyectos comunitarios y gestiones. Ambas propuestas, sensatas y viables, fueron ignoradas. Esto evidencia una visión corta, una falta de entendimiento sobre cómo manejar los recursos de manera sostenible.

Lo más alarmante es la división interna que está paralizando el avance. Nos hemos reunido en varias ocasiones para discutir los problemas que afectan a Tassa, pero a los pocos días, algunos comuneros en complicidad con autoridades locales se congregan en una reunión interna para deshacer los acuerdos alcanzados. Esta manipulación no solo retrasa el progreso, sino que siembra desconfianza entre los propios habitantes. Existe un miedo infundado de que quienes vivimos fuera de Tassa intentamos "desplazar" a los comuneros locales, una idea completamente errónea y carente de fundamento. Nosotros, los Hijos de Tassa, solo queremos aportar a la mejora de nuestra comunidad, no destruirla.

El problema de fondo radica en la falta de instrumentos de gestión, como un Estatuto Interno que nos permita organizarnos de manera eficiente, ordenada y responder a las nuevas necesidades. Este tipo de regulaciones internas fue propuesto por la anterior directiva de los Hijos de Tassa, pero, una vez más, la propuesta fue desechada sin justificación alguna. Es frustrante ver cómo las oportunidades de progreso se descartan sistemáticamente, dejando a nuestra comunidad atrapada en una espiral de inacción.

A menudo me pregunto por qué muchos comuneros que residen en la localidad, que tienen hijos y nietos capacitados, no buscan asesoramiento. En su lugar, parecen más preocupados por repartir los recursos para su propio beneficio, sin pensar en el futuro de la comunidad. Ésta mala costumbre viene de años atrás de  repartirse los recursos destinados a la comunidad. Así, cuando realmente se necesiten esos fondos, se verán forzados a pedir cuotas a los comuneros. Este tipo de mentalidad es la que nos ha llevado al estancamiento en el que nos encontramos hoy.

El reasentamiento poblacional es otro tema pendiente. Se necesita un presupuesto significativo para avanzar en este proyecto, y con las utilidades generadas podríamos cubrir gran parte de los costos. Sin embargo, la falta de planificación y visión a largo plazo sigue frenando el progreso.

Mi llamado es claro: a todos los Hijos de Tassa residentes en la ciudad de Arequipa y otras ciudades del país que debemos ser la voz del cambio. Necesitamos un diálogo serio con las autoridades y los comuneros mayores para alinear los intereses y trabajar juntos hacia un objetivo común. No podemos permitir que las decisiones erradas de hoy hipotequen el futuro de mañana.

Al final, la cuestión es sencilla: ¿cómo queremos ser recordados?¿Como una comunidad que desperdició sus recursos por intereses egoístas, o como un pueblo que, pese a sus diferencias, supo unirse y salir adelante? La historia nos juzgará, y yo prefiero estar del lado de aquellos que lucharon por un futuro mejor.

La reflexión final es una advertencia para otras comunidades: aprendan de nuestros errores. No dejen que el egoísmo y la falta de visión obstaculicen su progreso. La historia está para no repetirla, y espero que Tassa aún pueda enmendar su rumbo.

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