Lo de Bolivia es evidentemente riesgoso para Perú. Chile, por más que su gobierno sea comunista, es una nación articulada y consciente de lo que puede ocurrirle a su sociedad si el caos boliviano explota y ocurre una diáspora invasora a las naciones vecinas al país altiplánico. Pero “los tontos peruanos” —como nos consideran en la región— “siguen con la necedad de la solidaridad y el auxilio mutuo”, característica peculiaridad que nos imputa Bolivia, país que arteramente nos llevó a la guerra y nos traicionó. ¿Vio usted, amable lector, lo que hizo Kuczynski con los venezolanos? Que no le quepa la menor duda de que Boluarte —y/o su sucesor— harían lo mismo con los bolivianos. ¡Vea, amable lector, de ser así, mejor emigre usted al África, donde vivirá menos tenso y perseguido, que rodeado de millones de venezolanos, cubanos y bolivianos dispuestos a convertir nuestra tierra en su nueva patria! No es broma de mal gusto ni exageración desesperada; es la pálida verdad, amable lector.
Como hasta las estadísticas oficiales permanecen atrasadas en nuestro país, el dato extraoficial indica que, en febrero, ocurrieron 791 muertes por violencia. Es decir, anualizado bordearía doce mil personas aniquiladas por la salvaje violencia callejera.
Fundamentalmente, responsabilidad de los Trenes de Aragua y sus símiles forjados en la extrema violencia que existe en su país, implantada por el totalitarismo castrista como instrumento provocador del caos y la constante perturbación regional que necesita el comunismo sudaca.
Como escribió últimamente la colaboradora de EXPRESO Ángela Ccanto Buendía:
“Perú es el segundo destino favorito para la migración de los venezolanos. Colombia alberga más de tres millones de venezolanos; Perú alberga a casi dos millones. Según cifras de la Organización Internacional para las Migraciones, más de 7.9 millones de venezolanos han abandonado su patria por evidentes razones de fracaso social, nacional y moral. (…) ¿Cuántos venezolanos abandonaron su patria? Hablamos de algo más de 7.7 millones”.
De los cuales, a ojo de buen cubero —porque ni cifras tiene Perú— se estima en dos millones la cantidad de venezolanos que, por cortesía de PPK, invadieron nuestra nación.
Y si encima, el complejo de Adán de la izquierda criolla hiciese lo mismo con Bolivia, ¡Dios nos coja confesados! ¡Porque este país no da para más! Empezando porque la miseria trae miseria y el caos —que a diario vemos como una constante de vida en Bolivia— se multiplicaría, reverberado por las huestes extremistas peruanas.
El asunto es: ¿a quién recurrir para evitar otra estupidez más como aquella apertura incondicional de fronteras a los venezolanos?
Si Toledo —asesorado por los antigorritis— NO hubiese descabezado el eficaz sistema de inteligencia que tuvo el Perú —despolitizándolo, como correspondía— nada nos preocuparía. Pero lo que hoy no podemos admitir es que el gobernante que fuere —sea Boluarte o cualquier otro electo el año entrante— permita el ingreso de nuevos asilados, esta vez bolivianos. Porque no solo serían más bocas, sino menos trabajo para millones de peruanos que hoy atraviesan por una fatal coyuntura de hambruna, desocupación y falta de techo.
Columnista Diario Expreso
Foto: Radio Uno
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