Por César Vásquez Bazán
1. Hace poco más de diez años, el doctor Pablo Macera pronunció una lacerante frase de inusitada franqueza. Sin ningún temor, el ilustre historiador peruano afirmó: El Perú es un burdel. Con esa oración provocadora, Macera tomó la posta de González Prada y reinició el debate acerca de la desorganización, ineptitud, incompetencia y corrupción que campean en la vida del país, componentes esenciales de su crisis estructural.
1. Hace poco más de diez años, el doctor Pablo Macera pronunció una lacerante frase de inusitada franqueza. Sin ningún temor, el ilustre historiador peruano afirmó: El Perú es un burdel. Con esa oración provocadora, Macera tomó la posta de González Prada y reinició el debate acerca de la desorganización, ineptitud, incompetencia y corrupción que campean en la vida del país, componentes esenciales de su crisis estructural.
¿Duda
acaso que la afirmación de Macera haya perdido validez? Por favor, vea lo que
sucede con la expedición de pasaportes, el tránsito automotor o la venta de
leche Enci y saque usted mismo sus conclusiones.
2. Una
década antes, en su sugerente Cultura de la dominación, Augusto Salazar Bondy
trató el tema del desorden peruano, citando irónicas expresiones de
connacionales de diversas épocas. Con mucha razón, Salazar recordó las palabras
de Manuel Lorenzo Vidaurre –En el Perú no se puede usar la palabra imposible–;
Julio Chiriboga –Si tiene un enemigo aplíquele la ley–; Víctor Li Carrillo –En
el Perú lo único vigente es lo clandestino–; y Mariano Cornejo: –Entre nosotros,
lo único permanente es lo provisional–.
Lo
terrible para el Perú es que las frases precedentes tienen hoy más
aplicabilidad que ayer. Por ejemplo, en el Perú es imposible utilizar la
palabra imposible. Cualquier cosa puede suceder, para bien o para mal. Por
ejemplo, políticos deshonestos pueden convertirse de la noche a la mañana en
moralizadores. ¿Se ha dado cuenta usted de la cantidad de estos especímenes,
actuales regentes de cátedras de decencia y que hace algunos años estuvieron
envueltos en escándalos como los de Guvarte, Sanitas o Procompra? (Sin duda,
nuestra memoria es muy corta. Se desvanece en pocas semanas).
Asimismo,
persiste el grado elevado de incumplimiento de las leyes. Ahora mismo, si usted
desea arreglar cuentas con alguien, la cosa es sencilla. De acuerdo con su
gusto y conveniencia, busque alguna ley propicia y denuncie a su adversario.
Su éxito está garantizado.
Por otro
lado, en el Perú sigue campeando la casualidad y la falta de planificación.
Realmente, en nuestras costumbres, lo único estable es lo interino, lo
eventual. ¿No me cree? Pues vea la multitud de empleados contratados
temporales de la administración pública o examine el éxito de la práctica
conyugal de los convivientes y arrimados.
Finalmente,
sea que considere las actividades del amplio sector informal urbano o las del
rentable narcotráfico, siempre encontrará en nuestro país vivas demostraciones
de la vigencia de lo encubierto, de lo oculto.
Uno de
los más graves errores de la presente administración del presidente García
Pérez es no haber hecho nada para superar estos seculares problemas peruanos.
Fuente:
La
Opinión, Sección Plaza Pública, página 6, 10 de marzo de 1989. Lima: Editora La
República, S. A.. Talleres de IMPREPSA.
© César
Vásquez Bazán, 2006
Todos los derechos reservados
Julio 8, 2006
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